lunes, 30 de marzo de 2009
Lapida 10: Drenado
Nada es más triste, que suicidarse por amor, dejar esta existencia para continuar en el limbo. Es una carga enorme, tener que ser tu el que jale el gatillo del arma que en un solo instante te quite la esperanza de continuar con el soplo de vida. Pensar que no programas el momento para el deceso, que simplemente decides cortar la continuación de la línea que te mantenía intacto en este mundo. Colgar los sueños que tejiste junto a ese porvenir amado, desdoblar las ilusiones, armar una soga y balancearte en ella, mientras tranquilo te pones a recitar la frase de la canción que tanto te recordaba. Tomar el miedo y rasgarte las venas, dejar que escurra la espera del beso, la inocencia de la primera mirada, la luz que desprendía sus ojos, la cama blanca que se desacomodaba, la respiración inerte sobre mis hombros, la risa intermitente bajo los rayos del alma, la suplica con eco al terminar la tarde y la lagrima que desprendes cuando la ultima gota de mi sangre cae, sobre los anhelos inconclusos de un horizonte que nos separa.
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