jueves, 19 de febrero de 2009

Lapida 1

No se porque extraño tu ausencia, si nunca estuviste conmigo, nunca perteneciste a la espera de un beso deseado, ni nunca estuviste en mis manos, ni mi cuerpo te arropo.
No se porque calas tan hondo en mi mente, si nunca mis sueños tomaste, ni mi pensamiento te uso.
Nunca formaste estrofa en mi sutil canción, ni capitulaste las paginas de mi vida marchita; no acariciaste mi destino, ni susurraste al oído un te quiero.
Al final del cuento no venciste los demonios, ni avivaste el fuego, ni traspasaste la aurora; no fuiste complemento, ni desdibujaste las horas.
Jamás te use como musa, ni apoyaste olvidos, no acarreaste sentidos, ni aplacaste la espera del marchitamiento.
No nunca fuiste nada, pero sin embargo, me pesa tanto en mi pecho la falta de ti en mí.
Afecta los besos que siempre desee, pero nunca recibí, los que una y otra vez trace en mil situaciones, en mil lugares, en enojos y reconciliaciones; siempre pensé que al tenerlos, mi boca clamaba por ellos, pero sin embargo nunca llegaron a su destino, fueron propuestas mas que decisión.
Nunca en mis sueños estuviste, pero en mis pensamientos permaneciste, siempre taladrando lo establecido y perforando lo aun sin trazar, fuiste algo tan sólido como el ladrillo, pero tan irreal como el destino.
Eres tan necesaria para mí, pero sin embargo, nunca dependí de ti, nunca me criaste, ni nunca me trataste, no tuve incidencia en tu vida, ni trace caminos en tus pasos, ni fui necesario en tus brazos, nunca signifique algo relevante en ti.
Y es irónico, como pesa tanto tu presencia en mi mente y como mi silueta nunca pudo satisfacer en ti, la más mínima exhalación.
Es por eso, en el cementerio de los sueños sin cumplir, mi única esperanza, que a la espera de un te quiero, mueran mis rezos, ante tu fino exclamar.

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